lunes, 20 de enero de 2014

Hay cosas que no quiero perder, y esta es una de ellas [Fanfic sobre la Comadreja (personaje de LJDH)] lo escribí hace casi dos años, espero que os guste.

-El Capitolio-

Ha pasado bastante tiempo desde la cosecha y ya me voy familiarizando con mi destino. La verdad es que el capitolio es mucho más impresionante que como me lo imaginaba. Cada mañana me levanta el reflejo del sol sobre los deslumbrantes edificios color caramelo, me recuerda por que estoy aquí y que debo sobrevivir a la arena. Mi mentor está siendo bastante comprensivo conmigo, y los estilistas han creado un traje precioso con la temática de mi distrito, la energía. Es un vestido lleno de lentejuelas plateadas que deslumbra a los espectadores cada vez que un foco de luz me apunta, parece que tengo un campo de energía propio. No llevo casi maquillaje, solo algo de sombra de ojos plateada. Ya estoy mucho más segura de mi misma que antes. ¿Por que no iba a ganar los juegos? Quizá haya profesionales que maten mejor que yo, pero yo soy más lista y rápida que ellos....que tiemblen.

-El entrenamiento-

La sala es enorme, mucho más que como me la imaginaba. Está repleta de puestos en los que te enseñan distintas habilidades y tácticas que pueden serte útiles en la arena. Cinna y Tigris me están aconsejando sobre lo que debo hacer, y la verdad es que ahora se que tengo bastantes posibilidades de sobrevivir a la arena. Estoy buscando aliados...pero claro,eso es temporal, es solo por supervivencia, nada de amistad, eso es indispensable para ganar los juegos. Soy rápida y se sobrevivir mucho mejor que algunos tributos, Rue escala mejor que yo, pero a ella no la intentaré matar (tengo mis principios) no soy muy buena con las armas, pero si un tributo no se mueve demasiado quizá consiga herirlo y dejárselo en bandeja a los profesionales.

Me levanto y tardo en darme cuenta de donde estoy. Abro los ojos lentamente y dejo que la luz que entra por la ventana inunde la habitación...bueno, al menos ahora tengo una vida medianamente fácil, hasta que me manden a la arena, claro.
Cojo la ropa de siempre (aunque el armario está lleno de prendas, cada una más estrafalaria que la anterior) me gusta esta ropa, me recuerda a casa. Me cepillo el pelo con los dedos y doy un paso hacia la puerta. Me paro en seco y apoyo una mano en la pared...ya estoy cansada de entrenar tanto ¿para que? los demás son mucho más fuertes que yo, la única posibilidad que tengo es confiar en mi astucia y rezar por que mis aliados no tengan pensado matarme. Me he levantado muy tarde y seguramente me haya perdido el desayuno, así que me meto en el ascensor de mala gana esperando encontrarme a mis mentores sentados en el cómodo sofá dispuestos a echarme la bronca...pero en su lugar me los encuentro alrededor de una mesa, todos con una sonrisa en los labios y felicitándome por las altas notas que he conseguido estos días. Aunque me es difícil, esbozo una sonrisa, y esta vez es sincera.

-Caesar-

Astuta, segura de mi misma....astuta, segura de mi misma...astuta, segura de mi misma. Vale, eso es lo único que tengo que recordar en el momento en el que suba al escenario delante de todo el capitolio.
Cinna y Tigris me han aconsejado sobre como he de actuar con Caesar para ganarme al público y a los patrocinadores, además los estilistas han creado un precioso vestido azul con volantes en la parte baja que me da un aspecto bastante curioso ¿Que podría salir mal?

Estamos todos los tributos en fila y van llamándonos en el orden de nuestro distrito, primero la chica y luego el chico. Comienza Glimmer, que está realmente deslumbrante y luego la van siguiendo el resto de los tributos. Ahogo un grito cuando oigo el pitido que significa el final de la entrevista del chico del distrito 4 y mis pies comienzan a andar solos hacia el escenario. Caesar me extiende la mano y yo le doy la mia, la besa y hago una pequeña mueca, pero trato de disimularla con una falsa sonrisa. Bien, es el momento de lucirme, ahora o nunca....la entrevista ha comenzado y Caesar empieza con las primeras preguntas.

-Y bien...Finch ¿Que es lo que más te ha gustado del capitolio?
+ Eh, el centro de entrenamiento -rio levemente- la verdad es que no nos han dado la oportunidad de salir de ahí. Aunque la ciudad es muy..diferente a donde yo vivo. 
-¡Claro que sí! me imagino que aquí no se te electrifica el pelo con cada paso que das ¡aquí no hay casi energía!
+En eso tienes razón Caesar...aunque la energía no es nada malo...si hubiese algún campo eléctrico en la arena pocos tributos pasarían vivos de la primera noche -la multitud se queda callada de repente, esperando con ansia a que siga, pero me quedo callada...veo como Tigris me hace un gesto de aprobación desde las gradas-
-¡Oh, Oh, Oh! ¿En serio vas a dejarnos con la duda de tu estrategia? -asiento con la cabeza- ¡Que chica más enigmática! -Caesar rie, aunque yo no le encuentro la gracia. Un pitido interrumpe su risa- ¡Vaya! El tiempo se nos ha acabado...¡Un placer conocerte...y suerte en los juegos! -para sorpresa de la multitud, le abrazo levemente y le doy las gracias. Acto seguido bajo con paso firme del escenario y cuando nadie me ve comienzo a correr, intentando alejarme lo máximo posible del plató...no me gustan los espacios llenos de gente.

-Los Juegos-

No podría decirse que me he levantado, porque no he dormido. Me he pasado la noche pensando en la arena y en lo que me encontraré en ella, ya que además de los tributos, hay otros muchos peligros. Trato de cerrar los ojos e intentar dormir algo, pero soy incapaz y decido que ya es hora de levantarme y prepararme para último día en el centro de entrenamiento (y quizás el último día de mi vida también). Es muy pronto y en mi planta no hay nadie despierto, por lo que salgo de la habitación sin hacer ruido y bajo en el ascensor hasta la planta más baja del edificio, en la que hay un jardín lleno de coloridas flores y un estanque en medio. Me sorprendo al ver a mis dos mentores ahí sentados...hablando.

-¡Eh! -les saludo con la mano y se giran, con una sorisa...aunque parecen algo tristes- ¿Que haceis aquí a estas horas?
-Pensando...en estrategias -Tigris se encoge de hombros- ¿Y que haces tú? Deberías estar durmiendo, no vayas a dormirte en la arena
- Eso no pasará -la interrumpe Cinna- se como es su distrito, ahí no duermen tanto como en el capitolio, no le pasará nada -se acerca a mi y me coloca una mano en el hombro- Hemos trabajado muy duro en esto, no lo eches todo por la borda -asiento decidida- Tenemos mucha fe en ti, eres rápida y un buen rival para los demás tributos
- Ojalá -ruedo los ojos- Bueno, intentaré huir del baño de sangre con las pertenencias justas y luego....
- Sobrevive -Tigris termina la frase por mi y yo la dirijo una sonrisa, pero parece darse cuenta de que los ojos se me están poniendo llorosos- Se que lo harás bien -antes de que puedan terminar de hablar los abrazo con fuerza, cortándoles casi la respiración- 
-Gracias.

Me doy media vuelta y salgo del jardín corriendo y secándome las lágrimas con la manga del pijama, no quiero parecer débil.
Paso el resto de la mañana dando vueltas por el edificio y viendo como cada vez hay más tributos despiertos que hacen lo mismo que yo...pero evito hablar con ellos.
Llega la hora del desayuno y como todo lo que puedo para tener el estómago lleno en la arena, después me levanto y camino junto a mis estilistas hacia el aerodeslizador. Me subo y me siento temblorosa en una de las sillas, mientras Dennia comienza a hablarme sobre la ropa que llevaré en la arena, cuando termina, asiento con la cabeza y entre todos comienzan a vestirme...la verdad es que la ropa que me han puesto es bastante cómoda.

-Me gusta la chaqueta -se que es un dato irrelevante, pero hablar me ayuda a liberar la tensión- Es muy bonita, de verdad
-Lo que importa es que sea práctica para la arena -me responde Dennia en tono severo, pero esboza una sonrisa- Yo iré contigo hasta el ascensor. A partir de ahí ya estás sola. -arquea una ceja y yo le respondo con un suspiro- ahora deja que te recoja el pelo.

Dennia me hace un curioso moño y asegura que aguantará todos los juegos, pero yo no le creo. Después bajamos del aerodeslizador y entramos en una sala con un tubo de cristal pegado a la pared. Le doy la mano a Dennia y ella la aprieta con fuerza. Después unos agentes de la paz me dirigen hasta el tubo y me meto dentro, cierro los ojos y aprieto los puños.

El suelo comienza a alejarse de mi, estoy subiendo en el ascensor y tras unos segundos de completa oscuridad, una luz cegadora se apodera de mis ojos, los abro poco a poco y ahogo un grito al ver por fin como es la arena de este año.

Tengo los pies dentro de un círculo y no puedo salir de él hasta que suene el cañonazo de salida. Delante mía hay una estructura metálica en forma de un cuerno gigante, y a su alrededor hay decenas de mochilas repletas de suministros y armas. Veo una mochila de color verdoso alejada del centro de la cornucopia y decido que ese es mi objetivo ¿Pero tendrá suficientes provisiones como para aguantar unos días antes de intentar conseguir más? Un cañonazo interrumpe mis pensamientos y tras vacilar unos segundos, me dirijo corriendo hacia la mochila. Comienzan a oírse los primeros gritos e intuyo que ha comenzado el baño de sangre, pero no me giro... mi único objetivo en este momento es coger la mochila y adentrarme en el bosque lo más rápido posible. Ya estoy llegando, extiendo el brazo y con un rápido movimiento consigo colocarme una de las asas de la mochila al hombro, acelero mi carrera hacia el bosque y me adentro entre los árboles.

No estoy segura de cuanto tiempo llevo corriendo, pero ya no se oye ningún sonido, solo el canto de algunos pájaros y el sonido de las hojas mecidas por el viento. Miro hacia ambos lados y me siento apoyando la espalda en un grueso árbol, me quito la mochila del hombro y la abro. Solo contiene un pequeño cuchillo y una bolsa de frutos secos. ''Muy astuta, Foxy, con esto no tienes ni para pasar la primera noche'' El cielo comienza a oscurecerse y decido pasar la primera noche despierta, buscando alimentos y alguna fuente de agua.

El bosque es cada vez menos espeso, los árboles son más bajos y tengo más riesgo de ser descubierta por otros tributos, así que avanzo muy lentamente. Se me corta la respiración al oír el ruido del agua fluyendo ¿estoy yendo por el buen camino? Acelero el paso y tras unos segundos comienzo a correr, pero me freno en seco cuando el ruido del agua se mezcla con el de las voces de un grupo de tributos.

- ¿La has rematado? -pregunta el más alto de todos mientras se mete un trozo de conejo frito en la boca. Otro de los chicos asiente con la cabeza, me parece distinguir que es el chico del distrito 12- Perfecto, una menos...buen trabajo, chico amoroso -Peeta Mellark esboza una sonrisa amarga-
- Al final nos va a servir de algo que no le hayas matado ¿Eh, Cato? -esta vez es Clove la que habla, se ríe entre dientes y desvía la mirada hacia un chico del distrito 3, que parece algo asustado- Tú, monta guardia por ahí -la chica señala hacia la parte del bosque donde estoy yo escondida-

Casi no tengo tiempo para reaccionar y trepar a lo alto de uno de los árboles más cercanos a mi, pero consigo desaparecer antes de que el chico pueda descubrirme. Me agarro con fuerza a las ramas para no caerme, pero ahogo un grito al ver lo lejos que está el suelo de mi... no me gustan las alturas. El tributo del distrito 3 se acerca andando hacia unos árboles cercanos a mi y se para en seco, y para mi sorpresa, no es para comprobar el estado de sus armas, ni porque haya oído a alguna víctima cerca a la que matar, si no que lo único que hace es apoyar las rodillas y las manos en el frío suelo del bosque y romper a llorar. ¿Qué? ¿Como va a ponerse a llorar un profesional? Miles de preguntas recorren mi mente ¿Quizás sea un chico normal que se junta con los profesionales por protección? ¿Debería hacer yo lo mismo? No, claro que no, yo no soy como ellos.

Algo me impulsa a bajarme del árbol en ese mismo instante, sentarme al lado de aquel chico y consolarle, pero no lo hago, solo tengo una cosa clara desde que entré en la arena, tengo que sobrevivir, y acciones como esta pondrían en peligro mi vida. Decido ignorar los llantos del chico y me recuesto en una rama ancha del árbol. Poco a poco voy cerrando los ojos, pero cuando los vuelvo a abrir ya es de día y vuelvo a estar completamente sola en el bosque.

¿Dónde están los profesionales? No pueden haberse ido lejos, tienen aquí todas sus cosas...habrán ido a buscar tributos a los que matar. Cierro con fuerza los ojos e intento planificar mi día ''Busca algo para comer, Foxy'' en cuanto pienso en la comida, me empiezan a rugir las tripas. No he comido nada desde el inicio de los juegos y poco a poco noto las consecuencias, me tiembla el pulso y se que no tardaré en desmayarme, así que bajo con cuidado del árbol. Pero al pisar la última rama; se rompe y caigo de espaldas contra el duro suelo. Lo primero que noto es un dolor agudo en la espalda, que se extiende desde los dedos de las manos hasta los pies. Suelto un pequeño gemido de dolor y con mucho esfuerzo consigo sentarme. Genial, ahora estoy herida y hambrienta, si no quiero morir aquí mismo, la única opción que me queda es tratar de moverme y conseguir algo del aparentemente vacío campamento de los profesionales.

Recojo mis cosas y me echo la mochila a un hombro, me pongo depié y comienzo a caminar silenciosamente hacia el arroyo, donde están los profesionales asentados. No se oye nada, pero decido ir lo más sigilosamente posible. Llego hasta la formación de árboles que separa el bosque del prado donde está todo lo que necesito, pero me sorprende ver que no estoy sola. El chico del distrito 3 está sentado en el suelo, observando un extraño objeto negro del tamaño de un huevo de águila ¿Una mina? Bueno, da igual, ese chico no supone una gran amenaza así que decido entrar en el campamento con una mano metida en el bolsillo donde llevo el cuchillo, aunque parece que el chico aún no se ha percatado de mi presencia. Al caminar, piso una rama y esta se parte. El ruido hace que el tributo se gire y por fin se de cuenta de que estoy aquí...pero no me ataca.

- Ten cuidado con eso, podría explotarte en la mano -el chico niega con la cabeza, ¿Por que no me mata? ¿Está esperando a los demás? ¿Le parezco débil y siente compasión? No, no puede ser, trabaja para los profesionales- No voy a hacerte daño, solo necesito comida
- Lárgate, búscate tu propia comida -dirige la mirada hacia el bosque- Llegarán pronto, quizá yo no te mate, pero ellos no dudarán en rajarte el cuello.
- No puedo, no cazo bien y estoy herida -le enseño una raja que me hice al caerme del árbol- Te vi ayer -¿Por que le he dicho eso? El chico me mira, arqueando las cejas- En el bosque...no parecías muy feliz de estar aquí
- ¿Acaso tu lo estás? No soy un asesino, pero no dejaré que me maten -deja la mina en el suelo y se levanta. Me doy cuenta de que es algo más alto que yo, me sorprende que tenga los ojos tan verdes, en su distrito no suele haber gente así- Soy Tears

¿De verdad se está presentando? No me parece el mejor momento, pero respondo con un hilo de voz: ''Foxface''. Comienzan a oirse pasos procedentes del bosque así que me preparo para salir corriendo, pero el chico me coje del brazo y me entrega una caja llena de tiras de carne que tiene al lado, no dice nada, pero ahora le entiendo con solo mirarle. Él no es como ellos. Esbozo una media sonrisa para darle las gracias y salgo corriendo en dirección al bosque. Me rugen las tripas, pero ahora se que podré comer. ¿Acabo de hacer un aliado? No estoy muy segura, pero si es así, yo tengo que devolverle el favor, así que comienzo a andar hacia un estanque cercano, seguro que un baño me refresca las ideas.

(A PARTIR DE AQUÍ DEJÉ DE ESCRIBIR, PERO TENGO EL DESENLACE DE LOS JUEGOS) 

El bosque parecía tan tranquilo como los días anteriores…las ardillas corrían por los árboles y se oía el arroyo a lo lejos. No había casi movimiento ni sonaban cañonazos, debían de estar todos recuperándose de lo que habían pasado a lo largo de los juegos. ¿Pero que era de mi? Nada había cambiado, seguía estando sola, no había conseguido ningún aliado y para colmo, mi compañero de distrito no sobrevivió al primer baño de sangre.

”Finch, tienes que ser fuerte, quedan pocos, huye, no dejes que te atrapen” no paraba de repetir esa frase en mi cabeza, pero cada vez me parecía más falsa ¿Huir? llevo atrapada en la arena semanas, no hay ningún lugar al que ir. Suspiré y comencé a escalar un árbol, cuando llegué a la copa, saqué de la mochila un pequeño amuleto que me había dado mi abuela, era un diminuto broche del que tenía grabado una pequeña flor de grandes pétalos, me lo até al pelo y bajé del árbol de un salto.

Caminé por el bosque sin un rumbo fijo durante aproximadamente una hora, cuando de repente oí un ruido procedente de un arbusto cercano, alguien estaba recogiendo frutos del bosque, entorné los ojos y distinguí a Peeta Mellark, la chica en llamas debía de andar cerca. El chico se alejó del montón de comida que había recolectado y aproveché ese momento para coger algunos suministros, sin mirarlos siquiera salí corriendo de ahí y cuando ya me alejé lo suficiente, me senté en una roca cercana a un pequeño estanque.


Abrí la mano y me sorprendí al distinguir ”Jaulas de la noche” entre la colorida combinación de frutos que había cogido el chico del pan….Una idea me cruzó la mente ¿Debía hacerlo? ¿Tenía alguna posibilidad de ganar? No, ninguna ¿Mi asesino me mataría rápidamente? ¿Iba a concederle el gusto de verme morir al capitolio?…. La respiración se me aceleró, sabía lo que tenía que hacer. Cogí una de las mortales bayas y me la llevé a la boca, la mordí…comenzaba a ver borroso y un cosquilleo me recorría todas las extremidades del cuerpo. Cogí una segunda baya, ya no veía prácticamente nada y una fuerza invisible me había hecho caer al suelo, estaba temblando, hacía frio. En un acto de valor, tragué las bayas con la poca fuerza que me quedaba. Ya no sentía mi cuerpo, y en un último esfuerzo me llevé la mano al broche de mi abuela. Ya no estaba en la arena, ya no había muerte, ni hambre, lo único que recuerdo fue haber oído aquel cañonazo, pero ya estaba muy, muy lejos como para preocuparme.

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