martes, 22 de julio de 2014

Kentang [2] continuación.

Pasaron al menos diez minutos hasta que Bruce consiguió levantarse, pero cuando lo hizo volvió a caerse al suelo, y estuvo otros diez minutos tumbado boca abajo pensado en la mala muerte que habia podido tener Lilian y todo esto por las heridas de sus piernas, ahí fue la primera vez que Bruce se sintió un verdadero lisiado y un inútil, una chica inocente había muerto por su culpa... Pero no, en lo mas profundo de su ser sabía que Lilian no podía haber muerto, era demasiado listilla y sacando las fuerzas de los Dioses y apretando los dientes, se levantó recogió su mandoble, y las provisiones, también miró entre los arbustos en los que Lilian se había escondido, recogió sus objetos personales y Bruce comenzo a caminar en busca de Lilian
-¡LILIAN!... ¡LILIAN!- gritó Bruce mientras edperaba alguna respuesta.

Lilian escuchó gritos a lo lejos, pero el dolor de las quemaduras le impedía concentrarse en nada y no era capaz de distinguir lo que decían, pero estaba segura de que eran de Bruce. Estuvo unos minutos gimoteando en el suelo, las quemaduras le producían un dolor punzante que me impedía moverse. Cuando recuperó algo de fuerza, se sentó con cuidado y se quitó la túnica y la camiseta, después apoyó la espalda sobre la nieve y suspiró aliviada, aunque al levantarse la nieve estaba roja, por lo que estaba bastante herida. Sacó con cuidado una tela del saco y se la ató a modo de camiseta, luego volvió a ponerse la túnica y comenzó a gatear siguiendo la voz que la llamaba, aunque muchas veces caía rendida en la nieve y tenía que parar a descansar.
-¡BRUCE! -gritó lo más alto que pudo-

¿Lilian? ¿Esa era su voz llamándolo? Si, Bruce estaba seguro que era Lilian.
-¡LILIAN!-gritó Bruce mientras caminaba lo mas rapido que podía hacía donde venían los gritos.
Estuvo caminando unos minutos hasta que la vio. Estaba tendida en suelo, y tumbada de lado, se acercó a ella. Estaba inconsciente, pero respiraba y su corazón latía.
-Estás viva- dijo Bruce casi entre sollozos, no entendía como podía preocuparse tanto por alguien a quien apenas conocía- Estas viva- volvió a repetir. 
Pero no podía quedarse asi, era obvio que estaba herida, sacó la pomada para sus heridas y se la empezó a aplicar en cada quemadura de su cuerpo. Esperó a que la pomada hiciese efecto y le cambió los vendajes. Solo le quedaba esperar.

Tras gritar el nombre de su compañero le flaquearon las piernas y cayó de bruces a la nieve, se quedó allí tumbada, no sé podía mover. Pensó que moriría congelada hasta que vio una sombra acercarse, pero cuando la sombra se acercó ya no veía, tan solo oía sonidos del exterior como si fuesen susurros, le pareció oír 'Estás viva, estás viva' pero supuso que eran imaginaciones suyas, así que perdió la conciencia del todo convencida de que jamás despertaría.
Tras minutos, quizás horas o incluso días, la chica fue abriendo poco a poco los ojos. Estaba tumbada sobre una camilla en una habitación oscura y llena de pieles. Era todo demasiado raro, se levantó con cuidado y caminó hasta una ventana apoyándose contra la pared... se quedó sin aliento al contemplar el panorama: estaba en lo alto de las montañas, y debajo se veía lo que parecía una aldea, pero no era una aldea normal, tenía un toque mágico ¿de veras existía? ¿cómo habían llegado allí?
El ruido de la puerta abriéndose la sacó de su asombro y la devolvió a la realidad, Bruce estaba allí y sus piernas habían mejorado bastante.
-¡Bruce! -dijo con una sonrisa-

Tras cambiarle los vendajes, Bruce se quedó dormido en la nieve y volvió a soñar con la batalla que le convirtió en un tullido, pero esta vez todos los soldados eran Lilian y el dragón era el que casi les cuesta la vida.
Cuando despertó era de noche, la luna brillaba y le daba un tono verdoso al suelo, era la noche perfecta. Pero fue entonces cuando sintió un pañuelo que tenía un olor a frambuesa en su boca, acto seguido dejó de moverse, estaba consciente pero no podía mover un solo musculo de su cuerpo. Entonces empezaron a aparecer criaturas que se desplazaban sobre dos piernas y llevaban extrañas vestimentas, muy poco apropiadas para el frío.
Dos de ellas se llevaron en brazos el cuerpo de Lilian y otras dos el cuerpo de Bruce. 
Bruce no consiguió ver nada hasta que llegaron a una especie de muralla del mismo color que las montañas, a Lilian la llevaron a una choza de un color rojizo y a Bruce le llevaron a otra mucho mas pequeña y bastante mas oscura. Le tumbaron en una fría camilla de roca y le desnudaron, para empezar a aplicarle unos polvos brillantes en sus heridas, fue entonces cuando Bruce pensó en la posibliad de que ese fuese el pueblo del que Lilian le había hablado, lo habían encontrado. 
A la mañana siguiente Bruce se desperto y ya podía moverse, al levantarse de la camilla apenas sintió el dolor de las piernas, se estaba recuperando. 
Fue hacia la choza donde habían llevado a Lilian, de camino, vio que era un pueblo relativamente pequeño con apenas quince chozas, pero había algo en el que nunca había visto, algo, mágico. 
Al llegar a la choza donde estaba Lilian, la vio durmiendo, alguien la había limpiado la sangre y peinado, un rayo de sol le golpeaba la mejilla, Bruce se sintió realmente aliviado al saber e estaba por fin a salvo. 
Lilian tardó unos minutos en despertase, Bruce! fueron las primeras palabras que dijo.
-Ya era hora de que te levantases- dijo Bruce con una media sonrisa.

¿De verdad estamos aquí? ¿Cómo hemos llegado? -preguntó mientras caminaba hasta Bruce y le daba un abrazo- Creí que no saldríamos de esta
De repente una mujer vestida con un largo vestido azul cian entró por la puerta, llevaba un gorro bastante llamativo y la piel le resplandecía ligeramente... pero lo que más llamaba la atención eran sus ojos, tenía el iris completamente negro. Hizo que Lilian se tumbase y pasó por encima de ella las manos, sin tocarla, luego concluyó con un 'todo bien' y se fue sin más dilaciones.
-Qué mujer más extraña, no parece humana -dijo la chica levantándose de nuevo, no le gustaba estar tumbada mucho tiempo- ¡Oh! -dijo bajando la vista a las piernas de Bruce- están bastante mejor ¿también te las han curado?

-Sí, parece que esos soldados borrachos tenían razón- dijo Bruce bastante orgulloso de los suyos. 
Entonces le contó a Lilian toda la historia de como habían llegado hasta allí, o más bien como les habían llevado hasta aquel mágico lugar. También le contó como unos curanderos le echaban unos polvos en las piernas que le curaron casi al instante. 
Bruce solo podía que aquel lugar era maravilloso.
-¿Deberíamos agradecerles las molestias, no crees?- dijo Bruce mientras obligaba a Lilian a tumbarse para descansar.

-Es magnífico -dijo Lilian maravillada mientras se volvía a levantar pese a que Bruce insistía en que de recostase y descansase- hemos tenido una suerte tremenda encontrando este lugar
Ambos amigos salieron por la puerta, Lilian apoyada en el hombro de Bruce debido a que todavía le solían un poco las heridas de la espalda. Tardaron un poco en recorrer la aldea por esto, pero llegaron a una gran casa con las paredes de cristal, llamaron varias veces a la puerta
-Aquí tienen pinta de vivir los jefes, quizás podamos prestarles nuestra ayuda de algún modo -dijo Lilian mientras se soltaba de bruce-

Bruce volvió a ayudar a Lilian a caminar cuando la enorme puerta de cristal con bordes dorados se abrió sola, lo cual sorprendió mucho a Bruce. 
Había un largo pasillo con un suelo reluciente y con una decoración bastante peculiar, con muchos cuadros de temática alegre. Al final del pasillo había una escalera de madera y a los pies de ella, tres hombres. 
Eran increíblemente parecidos, casi parecían la misma persona, llevaban la misma túnica blanca y los tres tenian una sonrisa muy amplia en sus caras, la unica diferencia es que el del medio tenia barba y melena y el del lateral dercho solo barba, el de la izquierda estaba completamente calvo. 
-Hola Bruce y Lilian- dijeron al unísono, eso hizo que a Bruce se le pusieran los pelos de punta.

Lilian saludó a los hombres con una pequeña reverencia, Bruce la imitó. Estuvieron a punto de preguntarles como sabían sus nombres, pero ambos amigos intercambiaron una mirada y decidieron no hacer preguntas de ese tipo, seguramente los guardias pudiesen leer la mente de la gente, preguntar era inútil.
- Ante todo, gracias -comenzó a decir la chica y entre ella y Bruce agradecieron todo lo que habían hecho por ellos- ¿Hay algo en lo que podamos ayudar?
Los guardias los llevaron a una sala donde estaban reunidos 7 magos, colocados en círculo y discutiendo, parecían alterados. No se les entendía muy bien pero en su discusión aparecía muchas veces el nombre de Kentang.

La sala a la que los guardias llevaron a Bruce y Lilian era una gran habitación circular, completamente blanca y con una mesa de cristal en el centro de ella donde había siete magos sentados. Bruce pensó que todo lo que había en aquel lugar parecía increíblemente caro. 
-Sentaos- dijo uno de los magos con una voz muy dulce cuando se percató de la presencia de Bruce y Lilian. 
Los dos chicos hicieron caso a lo que el mago les pidió y se sentaron en unas sillas de madera. 
-¿Aun no has encontrado a tu hermano, querida Lilian?- dijo uno de los magos mientras una sonrisa se asomaba de su espesa barba negra.

Lilian sintió que el corazón le daba un vuelco y contuvo la respiración unos segundos mientras apretaba con fuerza el brazo de Bruce.
-No, en mi pueblo le han dado por muerto -dijo con la voz temblorosa y mirando fijamente al mago-
-Bien, pues eso no es así -Lilian dio un paso hacia atrás y tropezó, casi tirando a su amigo- pero casi, lleva inconsciente desde que lo encontramos, no hay manera conocida de despertarlo, bueno, sí...-dijo el mago con voz solemne- pero necesitamos algo que es imposible de conseguir...
-¿¡El que!? -dijeron ambos chicos a la vez-
-Un colmillo, pero no cualquier colmillo, un colmillo de dragón del hielo.

Las esperanzas se desvanecieron como el humo, Lilian miró a Bruce.
-Kentang.

Bruce vio como Lilian se encogía, y se hacía una bola, era comprensible, el corazón de su hermano latía , pero no había apenas ninguna posibilidad de que volviese a vivir de una manera normal. Entonces Bruce dijo algo de lo que se arrepentiría.
-Vayamos a por ese colmillo- dijo, mientras los magos, que estaban hablando se volvían muy bruscamente.
-¿¡Estás demente!?- dijo el mago que mas años parecía tener- Si vas a por ese dragón tu solo, morirás, saliste muy mal parado la última vez que fuiste a enfrentarte contra el, y entonces otros soldados te acompañaban. Morirás si vas. 
Hubo un largo silencio en el que Bruce miró a Lilian y vio unas lágrimas que brotaban de sus ojos. 
-Tiene una posibilidad- dijo el mago de la barba negra- Puede llevar la espadad de Serxd, pero aun así es muy arriesgado.
-Lo haré- dijo Bruce esbozando una amplia sonrisa.

Lilian estuvo apunto de decirle a Bruce que era una misión suicida y que no lo hiciese, pero se contuvo, necesitaba volver a ver a su hermano.
-No vas a ir tú solo -dijo decidida- es mi hermano y tú eres mi amigo, no pienso quedarme aquí sin hacer nada 

La chica miró con decisión al grupo de magos, que parecían realmente sorprendidos.
-De todos modos, yo no soy muy buena con la espada... Y ese colmillo puede serviros para la gente de vuestra aldea además de para mi hermano -se colocó un mechón de pelo negro tras la oreja izquierda- ¿Podríais entrenarme en la magia? 
El círculo de magos se cerró y comenzaron a hablar muy rápido en un idioma que ni Bruce ni Lilian conocían, posiblemente Arcano. Tras un buen rato, miraron a los chicos y asintieron.
-Partiréis en una semana -dijo el más anciano de todos-

Bruce se sintió bastante orgulloso de su amiga en aquel momento, estaba demostrando mucha valía queriendo acompañarle en la búsqueda de Kentag, y la verdad, contar con una hechicera a su lado serviría de mucha ayuda. Aunque poco podrá aprender en una semana, pensó Bruce, ante la decisión de los magos. 

Un mago se levanto, se acercó a Lilian y se la llevo hacia la puerta.
-¿Estás realmente segura de que quieres venir, Lilian?- dijo Bruce con un poco de preocupación.
Lilian tan solo asintió con la cabeza, mientras intentaba mostrar una sonrisa, acto seguido, su amiga y el brujo, desaparecieron por la puerta.
-Tu acompáñame a mi,-dijo el mas joven del grupo- te mostraré cual será tu espada y podrás usarla estos días para acostumbrarte a ella.
-Muchas gracias por vuestra compresión... ¿Podré ver como le va a Lilian con su aprendizaje estos días?-dijo Bruce tras un largo e incómodo silencio.
-El arte de la hechicería, emplea mucha concentración y dedicación, disponemos de poco tiempo- dijo el brujo- no podrás verla.

Al salir de la sala junto al mago, se dio cuenta de que ya estaba atardeciendo, el sol recortaba el perfil de las montañas y le daba a la aldea un tono anaranjado que mezclado con las hojas que volaban por las calles, le daba un toque incluso más mágico.
-¿Y bien, cuando empezamos?
-Mañana -respondió el mago y sin decir nada más, acompañó a Lilian hasta una caseta en la periferia y la dejó allí. La chica se recostó sobre un lecho de hojas cubierto por una suave manta que había dentro y el sueño la venció, pero tras lo que a ella le habían parecido minutos, oyó golpes en la puerta. Se levantó con cuidado y la abrió... Allí estaba el mago, y en sus manos llevaba algo parecido a un báculo.
-¿Ya? Si todavía no ha amanecido
-¿Quiere derrotar a Kentang o no, señorita?
Lilian asintió y fue al bosque a entrenar junto al mago, día tras día, noche tras noche... aprendió arcano y el mago la enseñó a usar la magia que salía de la naturaleza a su favor, a partir del tercer día la chica era capaz de usar ofensivamente cualquiera de los cuatro elementos y de crear un escudo usando el báculo. Avanzaba rápido, pero su magia no era muy poderosa ya que dependía de la naturaleza, ella no había nacido con el don de la magia.




Poco despues de que Lilian saliese de aquella sala, un mago de barba peliroja, que era muy corpulento y con la cara repleta de cicatrices, hizo que Bruce se levantara y le llevo por una por una puerta que salía justo al lado de una pequeña cabaña pegada a una de las murallas, hacía un tiempo maravilloso, una suave y cálida brisa que elevaba las ojas caidas calentaba el cuerpo de Bruce, todo parecía estar hecho para inducir al sueño y Bruce, no se resistió, cayendo dormido nada mas tumbarse. 

-Es hora de entrenarse- fue lo primero que escuchó Bruce, mientras un rayo de sol , que entraba por su ventana, le cegaba momentáneamente- sígueme, te mostraré tu espada y el lugar donde podrás entrenarte- dijo el mago de la barba pelirroja.
Bruce le siguió hasta que llegaron a una sala donde había justo en el centro una espada, que parecía de cristal.
-Que no te confunda su apariencia, es Suonp, el material mas resistente hasta ahora conocido.
Bruce se acercó a la espada y al cogerla sintió un cosquilleo por el brazo.
-Tiene un peso perfecto- dijo Bruce sorprendido.
-Se adapta a las capacidades de su portador- explicó el mago- mira puedes mejorar tu golpeo en esa habitación, también tienes escudos a tu disposición- nada mas terminar la frase el brujo salio de la sala y Bruce comenzó a asestar golpes a una especie de saco relleno de paja.

Los dias pasaron y Bruce pasaba las horas entrenando, cuándo al fin llegó el momento de partir hacia la lucha contra Kentag.

El brujo de barba pelirroja, le llevó a las puertas de la ciudad, iba equipado con su espada de Suonp y un escudo de hierro baneado.
A lo lejos vio a Lilian esperando junto a otro brujo a las puertas, llevaba una especie de baston en la mano y un libro en la otra.
-Mirate, pareces toda una hechicera- dijo Bruce a Lilian mientras este sonreía.

Acto seguido a que Bruce dijera esas palabras un fuerte estruendo y una gran llamarada, que quemó algunos tejados de casas de la aldea, alteraron la paz y tranquilidad de ese momento. Un gran dragón se postró sobre un saliente de la montaña que estaba al lado de la aldea. Bajó planeando a toda velocidad desde el lugar que en el que estaba apoyado y se puso entre Bruce y Lilian, dando la espalda a Bruce, un fuerte golpe con su cola le mandó a unos metros de donde estaba. Cuando abrió los ojos la cabeza cortada de Lilian estaba ahí mirandole fijamente, con los ojos abiertos. 
Tras un grito ahogado, Bruce abrió los ojos, el brillo de la luna entraba por la ventana, acompañado por una suave brisa que tenía olor bastante dulzón. Bruce tenía los ojos con lágrimas. 
-Solo ha sido un sueño- se dijo-solo eso. 
Se levantó y dio un par de vueltas por su cuarto, se lavó la cara en una pileta que había y comprobó que su espada de Suonp seguía junto a su armadura. 
-Mañana va a ser un día muy largo- dijo con breve susurro, acto seguido, se volvió a dormir al instante.

A la mañana siguiente se vistió, enfundó su espada en su vaina comió pan con pescado y salió. 

A lo lejos, Bruce veía a Lilian acercarse y llevaba una túnica muy parecida a la que llevaban los demás magos. 

-Te queda bien esa capa, lo próximo será que te salga una barba como la suya para que parezcas una maga de verdad- dijo Bruce soltando una carcajada.

Lilian llevaba semanas entrenándose junto a los mejores magos de la aldea y ya tenía bastante habilidad con bastantes hechizos. Se acababa del libro del hielo y ya era capaz de congelar enemigos a una gran distancia, además con ese examen había dejado de ser una aprendiza y llevaba la misma túnica que el resto de los magos. Salió de la sala de examen y vio a Bruce a lo lejos, le saludó con la mano y corrió hacia él, se rió con lo que dijo.
-Seguro que a mi me quedaría mucho mejor -añadió levantando una ceja y dándole un leve golpe en el hombro con el puño a su amigo- Mira -giró sobre si misma- ya no soy una aprendiza, podría lanzarte volando antes de que te dieses cuenta -Bruce resopló y rió.
Un grupo de personas se acercó andando apresuradamente hacia ellos, parecían preocupados.

-Te creo muy capaz de lanzarme volando, pero prescinde de ello- dijo Bruce con una risa.
Tras ello, un grupo de personas, que no parecían precisamente magos iban hacía Bruce y Lilian. Eran tres, dos mujeres y un hombre, parecían hermanos, los tres tenían el pelo completamente naranja, parecía fuego y la cara llena de pecas. Las dos mujeres llevaban una larga y única pieza blanca, parecía un vestido con un correaje a la altura de la cintura y una espada enfundada en su vaina. El hombre también iba de blanco salvo que tenía una daga en vez de una espada.

-Somos el oráculo- dijeron al unísono. 
Bruce y Lilian se miraron con cara de sorpresa.
-Si vais en busca de su hermano, Bruce y Lilian morirán - los tres tenían los ojos en blanco- Volved a Pilory y olvidad el pasado, o será demasiado tarde.

Eso último resonó en la cabeza de Bruce unos instantes y acto seguido, lo que eran "el oráculo" cayeron al suelo y tres hombres que iban completamente de negro llevaron sus cuerpos inconscientes lejos de donde estaban ambos. Lilian tenía la cara completamente blanca.

"Si vamos en busca de mi hermano moriremos" esas palabras no dejaban de resonar en la cabeza de Lilian. La chica observó como se llevaban los cuerpos inertes y tras eso miró a Bruce, parecía preocupado.
-¿Crees que dicen la verdad? En el gremio de magos se habla mucho del oráculo, transmiten las palabras de los 7 dioses tal cual se las comunican, sólo ellos son capaces de escucharlas y entenderlas sin morir en el intento... pero -entrecerró los ojos- ¿eso quiere decir que las palabras sean ciertas? ¿O sólo dicen lo que los dioses quieren que oigamos? -le cogió la mano a su amigo- de todos modos, si están en lo cierto... No hace falta que le acompañes, ya has hecho mucho por mi, gracias -sonrió levemente a Bruce, pero este tenía una expresión bastante seria.

Al sentir la mano de Lilian y las palabras que ésta dijo, Bruce se sintió realmente preocupado, por su cabeza pasaron todo tipo de pensamientos como huir y vivir con su pensión de militar en una casa lejos de todo, pero no, no podía no había sido entrenado para desertar, estaría al lado de su amiga.
-No, te acompañaré, tu hermano era amigo mío- dijo soltándole la mano a su amiga- tu sola no podrás luchar contra el dragón, estaré para acompañarte y encontraremos a tu hermano.
Bruce y Lilian estuvieron unos minutos ambos en silencio pensado cada uno en sus cosas. Bruce no podía dejar de pensar en la terrible muerte que podría tener.
-Vayamos a pedir consejo a los magos- dijo Bruce tras la breve pausa.

-Será lo mejor -dijo Lilian y ambos comenzaron a andar hacia en fuerte en el que se encontraban los magos.
Cuando llegaron, la joven maga llamó a la puerta y tras pronunciar una serie de palabras en arcano, esta se abrió. Delante de los chicos se extendía un amplio pasillo con las paredes de cristal, nada parecido a la parte exterior del fuerte, en la que predominaban piedras desgastadas. Al final del pasillo había un majo de túnica escarlata esperándolos con los brazos cruzados y gesto solemne.

Poco después de que Lilian pronunciara ese conjuro con el que abrió la puerta, comenzaron a caminar a lo largo de un pasillo completamente de cristal, era una zona muy cálida, ya que a través de los cristales pasaban los rayos de sol. 
Cuando llegaron al final, el mago que les estaba esperando levantó la cabeza.
-No podéis partir-dijo con gran pesar- el oráculo ha dicho lo que pasaría, moriréis si vais en busca de tu hermano, Lilian- dijo el mago tras una pausa.
Bruce no había pronunciado apenas ninguna palabra, aun seguía consternado por el futuro que le habían predicho a el y a su amiga.

-Con mis más sinceros respetos, maestro -dijo Lilian mientras miraba fijamente al mago- Creo que ya hemos llegado muy lejos como para dar media vuelta y rendirnos -desvió la mirada hacia Bruce- Además, creo que al salir de nuestra ciudad ya sabíamos que era un viaje muy peligroso... Y si no lo hubiésemos hecho, jamás hubiésemos encontrado esta aldea -bajó la vista al suelo y se metió las manos en los bolsillos de su nueva túnica- jamás me hubiese entrenado en la magia.
El viejo mago parecía sorprendido.
-Sois unos jóvenes muy cabezotas... bien, si tanto ansiáis partir, hacedlo. El futuro siempre puede variar. Pero antes de que nos abandonéis, pasad por vuestras habitaciones, os vamos a dejar algunos obsequios que harán más amena vuestra travesía. Id con los dioses -el mago puso las manos encima de los brazos de los chicos y tras esto se dio media vuelta y regresó a sus aposentos.

Sentir la mano de aquel mago sobre su hombro, hizo que Bruce de repente sintiese un cosquilleo por toda la espalda y por un momento nubló su vista y casi cae al suelo. Pero no le dio mucha importancia, llevaba días sin descansar bien.
Lilian y Bruce caminaron en en silencio hasta el punto en el que el Oráculo se desmayó. 
-Creo que deberíamos ir a por esas reliquias de las que hablaba el mago- dijo Bruce tras un largo e incómodo silencio, estaba intentando ocultar su preocupación y su miedo hacía la muerte todo lo que podía- seguramente nos sean muy útiles.

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