viernes, 21 de noviembre de 2014

Kentang [3]

Bruce y Lillian caminaron juntos hasta el cobertizo en el que se hospedaban. Cada vez hacía más frío en aquel pueblo en lo alto de las montañas, estaba llegando el invierno.

- Debemos estar en el negativo de la escala de Rakvor -se dijo Lilly a si misma mientras contemplaba a su amigo intentar abrir la puerta.
- Cerrada -resopló Bruce mientras arqueaba las cejas examinando con cuidado cada centímetro de la puerta- ¿estás segura de que era aquí donde quería que viniésemos el mago?
- Tú mismo lo oíste, intenta forzarla... 

La chica observó los intentos de su amigo de tirar la puerta abajo durante unos cuantos minutos. Bruce se enfurecía más tras cada golpe, pero no parecía servir de mucho.  El cielo se estaba poniendo cada vez más oscuro, y cuando el sol comenzó a ocultarse tras las montañas Lillian lo vio, un resplandor celeste casi imperceptible saliendo de la puerta.

- ¿Lo has visto? -preguntó Bruce mientras se alejaba lentamente de la puerta.
- Es un hechizo de custodia mágica, te devuelve el daño recibido y protege lugares de los enemigos del lanzador  -Lillian se acercó poco a poco a la puerta y la examinó con cuidado- Aparta, creo que sé lo que debo hacer -cerró los ojos y un susurro de palabras arcanas comenzó a salir de su boca, sus pies se elevaron ligeramente del suelo y extraños símbolos de color dorado comenzaron a orbitar alrededor de su cuerpo a la vez que el brillo celeste de la puerta iba desapareciendo poco a poco. Cuando la puerta dejó de brillar alzó la voz y todos los símbolos que la rodeaban convergieron en un haz de fuego que lanzó a la puerta y esta explotó. Lilian sonrió mientras se desvanecía, ya no veía, sólo sentía el sonido de Bruce corriendo hacia ella y el dolor que le producían las quemaduras que estaban surgiendo poco a poco en su piel- lo siento, todavía me queda mucho por aprender.





El suelo estaba frío y astillado, corrientes de viento gélido se colaban por las ventanas  y ella seguía allí tumbada, inmovilizada por el dolor y ciega.

- Hay que pagar un precio.

Lillian tosió e intentó levantarse mientras buscaba inútilmente con la mirada la procedencia de aquella voz.

- Para entrar aquí, hay que pagar un precio.
- ¿Dónde estoy? -preguntó la chica confundida mientras respiraba agitadamente.
- ¡LILLIAN! -era una voz masculina, la reconoció enseguida.
- ¡BRUCE! ¿¡dónde estás!? -Lillian se levantó y corrió hacia el sonido, tropezándose y cayendo estrepitosamente al suelo- ¿Dónde estoy? ¿Dónde estamos?
- Es mejor que él te lo explique -la voz de Bruce estaba rota, sin vida.
- Os lo dije, moriréis si vais a luchar contra Kentang -Lilly sentía la voz cada vez más cerca- y si queréis cambiar el futuro, no podéis partir del pasado predicho.
- Oráculo -dijo Lilly en un susurro mientras este le colocaba la mano en el hombro.
- Tú has perdido parte de la visión, pero tu amigo... -el hombre miró a Bruce y frunció el ceño- tu amigo se ha perdido a si mismo al llegar hasta aquí. A tu izquierda, joven aprendiza, ¿lo sientes?

Lillian se centró en el sonido que rompía el silencio de aquella sala y poco a poco comenzó a distinguir voces, voces angustiadas y llenas de dolor... primero fue su madre, luego su hermano y por último Bruce. Cada palabra se le metía en la cabeza y sentía como si ella misma muriese poco a poco al mismo tiempo que las voces- ¡Basta! ¡Haz que pare! ¡HAZ QUE PARE! -se llevó las manos a los oídos y empezó a gritar hasta que sintió las puertas cerrarse y su cabeza dejó de estar nublada.

- Bruce... -la chica llamó a su amigo entre lágrimas, pero este no contestó.
- El soldado tuvo que cruzar ese pasillo para que llegaseis hasta aquí -la voz del oráculo era cada vez más seria- tardó dos días. 

Lillian sintió cómo le empezaba a dejar de llegar aire a los pulmones a la vez que su respiración se agitaba más todavía y se le entumecían las extremidades. El oráculo la sostuvo cuando se puso totalmente en pie con la intención de ir hasta su amigo.

- Cambiar el destino requiere un sacrificio, debes perder tu pasado, debes cambiar. Señorita, tienes suerte de haber cruzado inconsciente y de haber pagado un precio tan bajo. La visión es algo que quizás pueda recuperar, pero una vez se rompe el alma, no hay vuelta atrás.
- ¿Qué quiere que hagamos? -preguntó Lilly mientras apretaba los puños.
- Salir vivos de aquí -El oráculo guió a la chica hasta Bruce y ella se sentó al lado de su amigo, cogiéndole la mano mientras este temblaba- Como veis, este no es el lugar donde estuvisteis descansando en vuestra estancia en la aldea, se trata de una última prueba, una prueba en la que si sobrevivís tendréis todos los conocimientos que podemos ofreceros, una prueba para que os volváis fuertes.

Hubo un silencio momentáneo y el mago pronunció unas palabras en arcano que le hicieron desaparecer, dejando a Bruce y a Lillian solos en la oscuridad. 


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