lunes, 16 de marzo de 2015

Polvo de estrellas.

Siento el tímido amanecer en las alas del colibrí y a los pocos segundos ya se ha ido.
Hojas lúgubres del tamaño de mi pena ocultan todo rastro de sucesión, estoy enterrada en polvo de estrellas apagadas hace ya mucho tiempo.

Cierro los ojos con fuerza y dos luciérnagas escapan asustadas,
deshacen mis pupilas y transforman el caos en el más bello silencio.

El eterno cielo añil ahora de color rosado ilumina el pelaje de aquellas majestuosas criaturas que nos observan desde algún lugar más allá de la consciencia, no existen... tú tampoco.

Nada es real y los árboles son cadenas de nuevo,
todo futuro no es más que un juego de sombras en el que tras cada pisada explotan en mil pedazos los sueños.

El colibrí ha regresado envuelto en llamas,
cegado por la oscuridad canta por última vez su hermosa melodía devolviéndole la paz al universo y fundiéndose con la luna para trazar un camino a través de la inmensidad que recorreremos de la mano.

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